“Es un animal misterioso, no le gusta andar de día, no le gusta dejarse ver” así comenzaba el gran naturalista Félix Rodríguez de la Fuente, su capítulo de El Hombre y la Tierra dedicado al jabalí hace más de 40 años. Hace unos cuantos menos, en pleno verano, contemplaba con curiosidad unas imágenes de televisión de un pueblo costero mediterráneo cuyo nombre no recuerdo. En ellas, un grupo de personas, principalmente niños, se acercaba, casi jugueteaba a corta distancia con un grupo de jabalíes, que, hambrientos, habían decidido, como tantos otros de su especie, que el hambre es peor que el miedo. Dos cosas me llamaron la atención. Por un lado, el comportamiento “casi doméstico” de los animalitos, desgraciadamente cada vez más frecuente. Por otro lado, el comportamiento de las personas, que, casi como si se tratara de un entretenimiento veraniego, jugaban con ellos y les daban comida.
El enorme crecimiento de la población de jabalíes, muy desproporcionado, estimando su población actual en un millón de ejemplares y con riesgo de duplicarse en el año 2025, es insostenible. Todos los expertos insisten en ello, y recomiendan el control poblacional como única solución, reduciendo su población hasta límites sostenibles. La situación actual es fiel reflejo de una realidad desgraciada, el declive de algunos de sus predadores naturales como el águila o el lince, pero fundamentalmente, el abandono del campo, de los campos de cultivo, del mundo rural, y con ello, la proliferación de una especie que campa a sus anchas sin depredadores que le molesten.
Más allá de que estemos de acuerdo con la necesidad de controlar la población y de las estrategias que deben emplearse, es necesario que tengamos clara una cosa: Por más que se acerque buscando comida, el jabalí no es un cerdo, es un animal silvestre, sin ningún tipo de control sanitario, y por tanto, representa un riesgo importante tanto para el cerdo doméstico, uno de los que tira del “carro económico del sector primario” y es sustento de muchas familias, como para nosotros, pues puede ocasionar un problema de Salud Pública….SI, SALÚD PÚBLICA ¿Quieren datos?
Triquinosis, tuberculosis o hepatitis E se encuentran entre las enfermedades transmisibles desde los jabalíes al hombre que sabemos con seguridad que se encuentran en la Península Ibérica. La triquinosis, afortunadamente, es casi un problema del pasado, pero……. aunque parezca increíble, todavía hay piezas de caza que inconscientemente “no son controladas por el veterinario” antes de su consumo. Inconcebible.
¿Y la hepatitis E? ¿Qué es eso? Pues afortunadamente, como indica la Organización Mundial de la Salud esta infección vírica es generalmente asintomática en el ser humano, pero a veces, puede ocasionar una hepatitis fulminante. Sirva como ejemplo el último día del año, casi con las campanadas y las uvas. Ese día, la prestigiosa revista Transboundary and Emerging diseases, publicaba un trabajo en que participan investigadores de diversas instituciones catalanas en el que se evidencia la elevada prevalencia del virus de la hepatitis E en jabalíes del Parque Natural de Collserola, cerca de Barcelona, y lo que es más grave, la similitud de alguna de las cepas del virus con cepas procedentes de los seres humanos, lo que requiere su análisis cuidadoso para saber si estamos ante un problema de Salud Pública:
Y que decir de la tuberculosis, nuestros especialistas, como el grupo del Doctor y amigo Christian Gortázar del IREC, llevan años advirtiéndonos del papel que desempeñan algunas especies, principalmente el ciervo y el jabalí en el mantenimiento de enfermedades como la tuberculosis, con el riesgo que ello entraña para nuestras especies domésticas y, no nos olvidemos, aunque en menor medida, en el ser humano. No pensemos que la tuberculosis es un problema de nuestros abuelos, aunque sea relativamente pequeño, un porcentaje de los casos humanos que se declaran en España, en torno a 5.000 actualmente, proceden de los animales. La erradicación de la tuberculosis en las especies domésticas es especialmente difícil en nuestras explotaciones en extensivo, que están en contacto con estas especies silvestres.
Por otra parte, es posible que hayan visto u oído en las noticias el imparable avance de una enfermedad muy grave por toda Europa, la peste porcina africana, que podría afectar gravemente a uno de nuestros motores del sector primario, el ganado porcino. Lo que no se si saben es que dicha enfermedad, se ha mantenido y transmitido entre los cerdos domésticos europeos gracias principalmente al jabalí, y constituye uno de los factores de riesgo más importantes para que entre en España. Y así podríamos seguir con más ejemplos.
No es mi intención, aunque pueda parecer lo contrario, promover una campaña de erradicación del jabalí, porque, además de ser inviable técnicamente, es un elemento más de nuestra fauna y sería un auténtico disparate. No obstante, es necesario que seamos conscientes de la situación, de los riesgos que implica para nuestra Salud y la de nuestros animales domésticos su exceso de población y el comportamiento anómalo de esta especie al acercarse a núcleos urbanos y explotaciones ganaderas. Hay que buscar el equilibrio y sobretodo, dar incentivos a nuestros jóvenes para recuperar el campo. Sin duda, será la manera más efectiva y menos costosa de evitar situaciones como esta.
Vamos a acabar como empezamos pues hay personas que parecen capacitadas para entender lo que va a pasar en el futuro: “Resulta evidente que si los jabalíes, llevados por su omnivorismo pueden actuar como depredadores de otros animales de la fauna ibérica, su aumento desmedido PUEDE ACARREAR UN AUTÉNTICO DESEQUILIBRIO ECOLÓGICO”. Palabra de Félix.
Christian