Una de las mayores ventajas con las que cuenta la Región de Murcia es su magnífica diversidad. Resulta sorprendente comprobar cómo un territorio puede albergar tan variados paisajes dependiendo del lugar en el que te encuentres. Así, si eres de los que disfrutan del mar, puedes recorrer sus más de 200 kilómetros de costa con sus increíbles particularidades; si, por el contrario, eres un amante de la naturaleza, tienes maravillosas opciones escondidas en el interior y norte de la región.
En el artículo de hoy vamos a dirigir nuestro foco hacia Bullas, una localidad ubicada en la comarca del noroeste con múltiples bondades y bellezas que merecen mucho la pena conocer.
Bullas: Origen y valor natural
En el corazón de la llamada comarca del noroeste de la Región de Murcia se localiza un lugar cuyas tierras han conformado la cuna de vetustas plantaciones de viñedos, hogar de algunos de los vinos más famosos de España: Bullas.
Un magnífico entorno natural protagonizado por el río Mula y salpicado por rincones de enorme belleza y valor biológico como el Salto del Usero, que abraza todo el núcleo urbano. Tan solo estas cinco líneas aportan motivos de sobra para visitar estas tierras.
Territorio salpicado de historia
Además del gran valor natural y enológico, Bullas también cuenta con un rico y multicultural legado derivado de la presencia de romanos, visigodos y árabes.
El Castillo de Bullas, que data del año 1347, no pudo iniciar sus labores de reconstrucción -se hallaba en ruinas- debido a la atroz epidemia de peste que asoló Europa durante la mitad del siglo XIV.
La caída del Imperio romano y la llegada de la Alta Edad Media dejaría una población muy mermada en estas tierras; no sería hasta la llegada de la era musulmana cuando regresaría la vida a Bullas, concentrándose la población en dos núcleos centrales: el propio casco urbano de Bullas, en el que habitó una pequeña muestra de población andalusí defendida tras los muros de una fortaleza, y, por otro lado, el Castellar, protagonizado por la presencia de un baluarte militar del siglo XII -al que también se lo conoce como El Castillico-.
Una vez se procedió a la capitulación de la taifa de Murcia mediante la firma del tratado de Alcaraz en el año 1243, el rey Alfonso X donaría la localidad de Bullas a Mula en el año 1254 y, poco después, sería entregada a Caravaca. Doscientos años después, el Maestre de la Orden de Santiago concede Bullas a Cehegín. El 19 de diciembre de 1689, Bullas conseguiría su independencia como villa por decreto real de Carlos II, «el Hechizado», independencia que surtiría efecto el 17 de junio de 1690. La Plaza Vieja albergaría, poco después, el primer Ayuntamiento de Bullas, al tiempo que se definiría el vecindario y los límites del territorio municipal, que incluiría la aldea de La Copa a petición de esta última, de manera que sus destinos quedarían ligados desde ese momento.
Torre del Reloj
Uno de los edificios más emblemáticos de Bullas es la Torre del Reloj. Erigido en el año 1900, el 25 de julio se inauguró una construcción con una misión muy concreta: dar a conocer la hora de riego a los agricultores. Sus resonantes campanadas avisaban a los atareados labriegos de manera que facilitaban sus tareas. La torre cuenta con una altura de 16 metros y el campanario se eleva seis metros más, lo que suma un total de 22 metros. Se compone, además, de 67 peldaños y tres campanas. El acceso al campanario está prohibido, pero sí podrás subir hasta la zona en la que se encuentra el mecanismo del reloj: un ingenio de la construcción que merece la pena contemplar.
Bullas, hogar de viñedos
La fama enológica que acompaña a Bullas se remonta a tiempos inmemoriales. La Cultura de la Vid es, sin duda, uno de los mayores valores naturales con los que cuenta esta pequeña región del noroeste. Sus tierras se hallan salpicadas por la alegre presencia de múltiples bodegas certificadas con la Declaración de Denominación de Origen «D.O. Bullas» la gran mayoría de ellas. Estas certificaciones garantizan una crianza y elaboración sumamente esmeradas y regladas todas estas cooperativas y bodegas a través de unas normas muy exigentes. Todo ello da como resultado un vino de una calidad insuperable con proyección mundial.
En la actualidad, Bullas constituye una de las paradas de la Ruta del Vino; además, cuenta con un Museo del Vino que se encuentra en el mismo bajo que alberga la oficina de turismo. Este maravilloso espacio de culto al vino conserva con mimo las antiguas técnicas y los restos arqueológicos que elevan y mantienen el magnífico patrimonio cultural con el que cuenta Bullas.
Uno de los mayores atractivos turísticos con los que cuenta esta localidad es el espléndido mercado medieval pionero en la Región de Murcia que recibe el nombre de el Zacatín y que surge el primer domingo de cada mes del año.
Gastronomía para disfrutar
Además de los enormes valores naturales con los que cuenta Bullas, no podemos dejar de hablar de algunos de los platos más característicos de esta pequeña región del noroeste, como es el caso de la talvina. Se trata de una deliciosas tortas fritas en cazuela de barro (el empleo de los materiales adecuados es esencial para obtener un resultado final tradicional) acompañadas de pimientos, ajos, tocino, morcilla y longaniza. Otro de los platos de obligada cata son las judías camperas a base de alubias abrazadas por chorizos, cebollas y laurel.
Los gurullos es otra de las recetas típicas de la gastronomía de Bullas: este plato surge a partir de una pasta elaborada a partir de sémola de trigo duro, azafrán y agua. Tienen una característica forma ahusada y un centímetro aproximadamente de longitud. Este tipo de pasta tan concreto es uno de los principales ingredientes dentro de una gran cantidad de platos pertenecientes al sureste español. De esta manera, emergen los gurullos acompañados de ajo harina, longaniza, tocino magroso, ajos tiernos y pimentón molido.
No podemos cerrar el capítulo de la gastronomía de Bullas sin aludir a sus magníficos postres. La repostería del noroeste destaca por su enorme calidad, así como sus potentes sabores. En Bullas no puedes dejar de probar las tradicionales torrijas con anís, tan típicas durante la época de Semana Santa, así como las irresistibles picardías. Estos dulces se elaboran a partir de una avellana totalmente cubierta por azúcar caramelizado. La presencia de este dulce se multiplica en el periodo del Carnaval en la zona de Bullas.
