Según la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF), en el año 2018 se impusieron alrededor de 900 denuncias por abusos a menores, dato que muestran un crecimiento alarmante al compararlo con las 410 tramitaciones de delicta graviora (los delitos que afectan a los abusos a menores y pasan a la CDF) del año anterior.
La gran mayoría de las denuncias afectan a chicos latinos de más de 14 años y de habla hispana. El motivo principal de estos datos es que la investigación que se comenzó en Chile, impulsada por Charles Scicluna, arzobispo y actual secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y por el español Jordi Bertomeu, y se han abierto ya decenas de nuevas investigaciones, ha ido estimulando a los afectados a sumarse a las denuncias.
Aunque pueda parecer mentira, el dato no es récord, pero llama la atención cuando se compara con el hecho de que en la última década llegaron entre 400 y 500 denuncias. Este aumento ha obligado a la CDF a reforzar el número de trabajadores que llevan a cabo las investigaciones en todos los países para así intentar fortalecer la credibilidad de la Iglesia y del papa Francisco es estos tiempos de crisis por los que está pasando esta religión.
Esta medida sirve también para reforzar la imagen del Scicluna, el hombre de mayor confianza del Papa en este tipo de cuestiones. Y, aunque esta figura sea importante, llama la atención de que no haya nadie en la cumbre del Vaticano de ese entorno en el comité organizador.
El cardenal y arzobispo de Boston, Sean O’Malley tampoco ha sido invitado a la cumbre en la que se tratará este tema a pesar de que él es uno de los precursores de la idea y de los mayores expertos que tiene la Iglesia. Este cardenal es el mismo que creó y preside la comisión para la tutela de menores y el que cambió el rumbo de la Iglesia de Boston tras el escándalo de pedofilia que se descubrió en el que el cardenal Bernard Law encubrió decenas de casos de abusos sexuales a menores durante casi 10 años.
El cardenal, siempre tajante en estos temas, criticó también al Vaticano porque no se está cumpliendo la promesa de “tolerancia cero” que hizo el papa Francisco en su día y porque se están concediendo demasiados “perdones” e inmunidades a abusadores. Incluida la marcha atrás en algunas condenas que implicaban en un principio la destitución del sacerdocio.