El cuerpo de Daría O. L. fue hallado en Alcalá de Henares descuartizado y en el interior de un congelador. La joven de 22 años desapareció hace más de un año, pero nadie le había echado en falta hasta ahora. La joven, fue presuntamente asesinada a manos de su pareja, Manuel Moreno. El camarero “amable, muy profesional y simpático” según los vecinos de la zona, se ha negado a declarar ante la Policía. El hombre de 42 años no quiere dar explicaciones de los motivos que le llevaron a acabar presuntamente con la vida de la joven hace más de un año, según apunta la investigación policial. El hombre troceó su cadáver para después meterlo en el arcón frigorífico de la habitación que ambos compartían en el número 3 de la calle del Camino de Santiago de Alcalá de Henares.
Según parece, Moreno está esperando a la autopsia de los restos de la mujer para declarar. El problema es que las incógnitas del caso no se podrán desvelar por el estado de congelación del cuerpo. Entre estas incógnitas están la fecha en la que fue asesinada y cómo lo hizo su homicida.
Las razones que pudieron llevar al sospechoso a acabar con su vida no han sido sacadas a la luz, pero según los vecinos, “tenían muchas discusiones porque Manu era muy celoso y parece ser que hubo infidelidad”, por lo que, en una de sus disputas, puede ser que el sospechoso perdiera el control y acabara matándola. Las peleas acabaron a finales de 2017, fecha que coincide con la desaparición de la joven.
Lo peor de este caso es que Manuel estuviera conviviendo con los restos de su pareja durante más de un año hasta que la denuncia de la madre de la joven hicieran saltar las alarmas en las dependencias de la Policía Nacional. En seguida se puso el punto de mira en Manuel, que esta semana perdió los nervios al sentir que los agentes le estaban siguiendo la pista.
Según fuentes cercanas a la chica, la relación entre Daría y su familia empeoró cuando se enteraron de que se iba a vivir con su novio. Daría no era muy conocida entre los vecinos porque, como han confirmado, “salía poco y, cuando salía, era raro porque parecían padre e hija”.
“Ahora todo encaja. Seguro que Manu se deshizo del animal para que sus ladridos no alertaran de la atrocidad que cometió”, explicaba una vecina. “¿Qué habrá hecho con el perro? ¿Dónde estará?”, se preguntaba otro vecino. Ahora solo queda esperar a los resultados de la autopsia, que desvelarán todo sobre el crimen.