I
AHORA que hablamos de muertos, es decir, de personas como tú y como yo, que ayer sonreían a la vida con confianza y hacían planes de futuro, y viajaban, no sé, a Praga por enero, a Nueva York en junio…
ARA que miramos al viento turbio, de color ceniza, y las hojas caen en abril, y las lágrimas se secan contemplando un cuadro de Turner, y el brillo de la neblina es intenso como un rayo partiendo el alma de un árbol en el desierto…
AGORA que vemos en derredor luciérnagas que nos ciegan en el camino, y los llamamos bancos, y suspiramos cada vez que leemos sus esquelas adheridas a la piel quemada de las empalizadas de los hogares unifamiliares (con un pequeño jardín en la parte delantera)…
ORAIN que los poetas bailan en la comisura de los labios del destino, y los cuervos que alguna vez habitaron en el bosque de la sabiduría y ahora trenzan con sus picos sinos trágicos en la frente de la luna, vuelven a la ciudad y se posan en los palacios de cristal que no dejan ver el pasado…
NUN que somos desechos de nubes (o lo seremos en un futuro desconocido) y habitamos en el país del búho, protegidos del aullido inclemente de la desnudez y de la apariencia vestida por gobernantes sabios que nos aman y se aman con ojos de piedra dejados al azar en el fondo del estanque…
NOW que las monedas se apilan en el puerto, y los aviones trazan círculos en el cielo buscando una brizna de hierba en el erial en el que morimos diariamente…
MAINTENANT que quisiéramos huir de la línea gruesa de un pasado que fue trazada con el tizón de los páramos, y agitar con el pensamiento los fantasmas que deambulan con sus palos de golf…
JETZT que hablamos con la mirada mientras bostezamos al escuchar las mismas palabras que se repiten incesantemente desde hace 20 años…
NYNÍ que el círculo se cierra y volvemos a la misma muerte que hace cincuenta años…
ACUM que hablamos de muertos, hundo mi rostro en tu cuerpo e intento recordar cuando se torció el pasado para caer en las garras de un diablo tan mediocre que solo produce sonrojo y vergüenza.
II
El río se ha parado. Me he asomado al lecho y la brisa húmeda de la noche riza aguas arriba su superficie. Algo terrible va a ocurrir en esta tierra esquilmada por zombis.
El filósofo Henri Bergson escribió acerca de la primera conflagración mundial que “la guerra era imposible pero probable”.
Dejo atrás mi pesimismo, no sé si congénito o experimental, y afirmo que la victoria de la izquierda es imposible pero probable. Que me perdone Bergson pero en estos valles de cazadores que se visten de presas, la épica debe ser la norma.
El río se ha parado. El arrastre de las aguas ha decantado el calcio de los cadáveres.
El viento cálido de la madrugada vuelve a soplar en los misteriosos barrios del otro lado del río.